Ladridos excesivos: un problema complejo y de graves consecuencias

Los ladridos excesivos son una causa importante de molestias e incluso de denuncias, que pueden entrañar serios disgustos. Es imprescindible analizar bien las causas o motivaciones de un perro para tomar las medidas oportunas y evitar buscar soluciones fáciles, que pueden empeorar la conducta. Como planteamiento inicial es importante resaltar que una de las muchas razones por las que el hombre utilizó al perro como animal de compañía, era su utilidad como guardián (una oveja por ejemplo no avisa cuando se acerca un intruso) y por ello los ladridos de guarda son valiosos, habiéndose seleccionado determinadas razas con esta aptitud de guarda. El ladrido, junto con otros tipos de vocalizaciones como aullido o gruñido, constituyen además una importante forma de comunicación de los perros. Por todo ello se han ido seleccionando determinados animales con una mayor o menor tendencia al ladrido; y entonces, ¿cuándo los ladridos son excesivos?, ¿existen perros más ladradores?, ¿podría tratarse en algún caso de un trastorno o de una enfermedad?

 

En primer lugar, queremos aclarar los distintos tipos de sonidos producidos por el perro, lo que podríamos llamar “vocabulario canino”. Los principales son:

 

- LADRIDO:  Sonido potente para avisar de la presencia de un intruso, en defensa del territorio, para llamar la atención del propietario o demandar algo. Es propio de los perros domésticos y casi no se encuentra en la naturaleza, siendo fruto de la selección del hombre, para la guarda, caza o pastoreo.

- AULLIDO: Sonido más “salvaje” y ancestral que aparece con mayor frecuencia en las razas de perros consideradas más primitivas, y por ello más emparentadas con el lobo. Es una comunicación en la distancia, que mantendría unida a la jauría; y por ello también la muestran los perros perdidos en el monte.

- GEMIDO: En general se relaciona con dolor, tristeza, ansiedad, búsqueda de atención por parte del dueño, etc.

- GRUÑIDO: Se trata de una vocalización claramente agresiva, bien sea ofensiva o defensiva.

- GIPIO: Es un sonido de excitación, entre el gemido y el ladrido, que suele aparecer durante la caza, al perseguir a un animal en carrera, o como sucede al intentar atrapar una pelota lanzada.

 

El ladrido es la forma de vocalización más común entre los perros a diferencia de otros cánidos salvajes, fruto como decíamos, de la propia selección del hombre. Los ladridos pueden producirse para manifestar alegría, al recibirnos, cuando sienten miedo, tristeza, agresividad, en general trasladan estados emocionales, siendo en algunos casos síntoma de alguna enfermedad, como por ejemplo en estados de ansiedad. Aquellos perros muy nerviosos o muy excitables responderán ladrando con frecuencia, al igual que los animales jóvenes son en general más ladradores. Los ladridos pueden ser considerados excesivos en función de varios parámetros, como la tolerancia de las propias personas, la existencia o no de vecinos, la potencia o intensidad de los ladridos, su frecuencia o si son o no episodios pasajeros como por ejemplo en un cachorro. Los perros responden con frecuencia a los ladridos de otro congénere, aunque pueden reaccionar también a múltiples estímulos visuales o sonoros. En algunas ocasiones se trata de perros muy vigilantes o motivado por vallas metálicas que permiten ver pasar a las personas o a otros perros, animales hiperactivos o incluso por aburrimiento. En otros casos, y es algo siempre a evitar, se produce un reforzamiento de esta conducta como por ejemplo si ponemos a un perro poco ladrador con otro que lo es mucho, aprendiendo a hacerlo el primero; de igual forma si el animal sabe que ladrando conseguirá algo que desea (comida, que le saquen de una jaula, etc.), se reforzará la conducta al satisfacer su deseo. En el caso de los animales que ven pasar personas, animales o vehículos mientras les ladran, es otro claro ejemplo de refuerzo positivo a la conducta ladradora.  Algunas razas han sido especialmente seleccionadas como las de caza o pastoreo. Entre los perros de caza los perros de rastro en general y los sabuesos en particular son especialmente ladradores, con una voz grave y potente que puede resultar muy molesta.

 

Todos los ladridos excesivos pueden resultar molestos, dependiendo del entorno del animal, pero será fundamental determinar la causa de ellos para poder instaurar el tratamiento oportuno. El historial del perro, los momentos y circunstancias en que se producen los ladridos, tiempo que lleva haciéndolo, su estado emocional en ese momento o el lugar en el que vive, serán fundamentales para realizar una correcta aproximación al problema. El error en el diagnóstico conducirá inequívocamente a la aplicación de un tratamiento equivocado, con un posible efecto contraproducente. Castigar por ejemplo a un perro cuando ladra por miedo a las tormentas, sólo conseguirá aumentar su estado de ansiedad y con ello empeorará el problema.

 

El tratamiento de la vocalización excesiva será muy variado pudiendo consistir en cambios en el entorno para evitar la excesiva estimulación, meter al animal en casa o en un lugar cerrado si vive en un jardín, cubrir las zonas que permitan ver el paso de las personas, premiarlo cuando no ladre a las personas que pasan, etc. Si el animal padece fobia a las tormentas evitaremos que permanezca en el exterior en estos momentos o cuando tiren petardos, ofreciéndole un "refugio seguro" (leer el artículo correspondiente), pudiendo ser interesante utilizar sedantes u otra medicación en momentos muy puntuales. El ejercicio físico es importante al reducir la ansiedad y cansar al perro, con lo que se mostrará menos excitable. Si la ansiedad es una parte importante del problema (debe ser exclusivamente diagnosticada por el veterinario), como por ejemplo en un trastorno muy frecuente denominado “ansiedad por separación” (leer el artículo correspondiente), el uso de medicamentos (ansiolíticos), unidos a modificaciones en la conducta estarán indicados, obteniéndose buenos resultados. Mención aparte merecen los collares “antiladridos” que tanto se popularizaron en el pasado, actualmente desaconsejados y prohibidos en nuestro país, ya que no están en absoluto exentos de riesgo para el animal, en cuanto su equilibrio psíquico. Si por ejemplo fueran utilizados en un ejemplar con ansiedad, dejará de ladrar, pero sin lugar a dudas se agravará el problema de ansiedad, y aunque haya desaparecido este síntoma (ladrido), con total seguridad aparecerán o se agravarán otros (autotraumatismos, miedo, agresividad, problemas de aprendizaje, etc.) Creo que fruto del mejor conocimiento de la conducta del perro y de los tratamientos, con un poco de paciencia, buscando ayuda especializada y analizando la situación particular de nuestro perro, deberíamos llegar a una situación aceptable para todos.

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