El miedo a los ruidos fuertes es algo muy frecuente entre los perros, como sucede con las tormentas, petardos o los fuegos artificiales. Distintos estudios indican que afectaría, en mayor o menor grado, a un 30 % de los perros, siendo muy infrecuente en los gatos. Es importante diferenciar la sensación más o menos desagradable frente a un ruido, con muestras de cierto miedo, de lo que son miedos muy intensos o fobias, en las cuales pueden aparecer respuestas desproporcionadas de extrema gravedad. Hay perros que llegan a escaparse, saltar desde grandes alturas o se causan graves lesiones al arañar puertas e intentar huir.

Existen actuaciones demostradas para controlar este tipo de miedo, como son la creación de un refugio para el animal, la actitud pausada del propietario y el uso, si fuera preciso, de determinados medicamentos, siempre bajo prescripción de nuestro veterinario. Asegúrese de tener a mano la medicación indicada por el veterinario y tenga en cuenta que los medicamentos eventuales son más efectivos si se dan al menos 30-60 minutos antes de que comience la situación estresante. Para algunos animales muy afectados, se puede indicar una medicación diaria durante épocas de tormentas u otros períodos en los que suele haber ruidos, como Navidades o ciertos festejos en los que se tiren petardos o fuegos artificiales. En cualquier caso, es importante recordar que se puede trabajar en la prevención en edades tempranas, habituando de forma progresiva a los sonidos fuertes, con manejo “en positivo” con premios para que sean asociados con un estímulo bueno (consultar el artículo sobre la socialización del cachorro)

Factores que pueden facilitar el fracaso:

- Nunca se debe castigar a un animal asustado, ya que éste generalmente aumenta el estrés en vez de disminuirlo.

- Alabar o tratar de reconfortar al animal tampoco son acciones útiles, ya que la mascota puede interpretarlas como recompensas por su comportamiento.

- Por el contrario, usted debe tratar de estar calmado. Si usted está tranquilo, ayudará mejor a su mascota.

Intervenciones útiles:

Todas estas medidas funcionan mucho mejor si nos adelantamos al estímulo estresante.

- Si es posible, asegúrese de no dejar sola a su mascota durante un evento estresante.

- Cree un entorno seguro para la mascota*. Éste puede ser una habitación a oscuras, donde no lleguen las luces de los relámpagos, o una habitación interna sin ventanas, donde el sonido se vea significativamente amortiguado.

- Si el animal ha elegido un lugar para esconderse, no trate de sacarlo por la fuerza. Esto no ayuda en nada y puede provocar una respuesta agresiva.

- Ponga música con volumen alto o con mucha percusión, o algún tipo de ruido blanco (como un ventilador a toda marcha) para tapar los ruidos de afuera que causan la angustia del animal, preferiblemente antes de que se inicie la tormenta.

- Si le apetece, jugar con su perro con sus juguetes favoritos, realizar otro tipo de actividad lúdica o practicar ejercicios de obediencia puede ayudar a distraerle.

- Si el animal está entrenado para ir a algún sitio y quedarse allí relajado, use esta estrategia para ayudarlo a calmarse.

Finalmente, una vez terminado el evento, si lo considera necesario contacte con el veterinario para informarse sobre los ejercicios de desensibilización y contracondicionamiento, para ayudar a su mascota a afrontar mejor el siguiente episodio. Las técnicas de modificación de conducta, ya más complejas, basadas en "habituación" y "desensibilización", deberían ser supervisadas también por el veterinario. 

* La "creación de un refugio" intenta proporcionar a su perro una zona segura donde refugiarse cuando sienta miedo, asimilándose a una madriguera en la que esconderse. Es frecuente que el perro de forma espontánea trate de esconderse, en un cuarto o en un baño, que generalmente están menos expuestos a los ruidos y luces. Las luces son un anticipo del ruido (fuegos artificiales, relámpagos) y también generan ansiedad. Un transportín sin puerta o una caja grande pueden valer, cubriéndolas con una manta que amortigüe los sonidos. Este refugio debe colocarse en un lugar alejado de las ventanas, para que el perro esté más tranquilo, incluso en la estancia que ya hubiera elegido para protegerse. Dentro del refugio se puede colocar una cama que le guste, juguetes, premios….. cualquier cosa que incremente la confortabilidad. Este lugar tiene que estar a su disposición, pero no debemos obligarle a estar allí. Por último, insonorizamos del exterior en la medida de lo posible, cerrando persianas y cortinas de la habitación.

La actitud del propietario debe ser tranquila, a ser posible acompañando al perro y, si no está demasiado asustado, intentando distraerle con juegos. Es imprescindible la paciencia, hay que aceptarlo sin frustraciones ni enfados, respetar su deseo de esconderse, nada de castigos. Es importante evitar sacarle a la calle en los momentos de mayor ruido, y que no intentemos que supere sus miedos enfrentándole a ellos: eso sólo empeora la situación.

Existen varios grupos de fármacos indicados para el tratamiento del miedo a ruidos en el perro. Nuestro veterinario valorará su necesidad en base a los signos que muestre, la duración requerida del efecto y a la respuesta al fármaco. Además de sedantes existen otros productos como feromonas o nutracéuticos que pueden ser de ayuda en cuadros más leves. Es importante resaltar que existe un sedante denominado acepromacina, por desgracia muy utilizado, y que está contraindicada en el tratamiento de miedos y fobias, ya que, aunque parece relajar al perro, este es consciente de todos los estímulos, lo que le genera ansiedad, a pesar de no ser capaz de responder a ella.