Es un hecho cierto que en nuestros hogares cada vez vemos a perros de mayor edad. La evolución que ha manifestado el cuidado en los perros tanto por parte de los propietarios como de los veterinarios y en particular de su alimentación, ha propiciado un aumento claro en la longevidad de los mismos. Es importante analizar las consecuencias de esta prolongación de la vida, para determinar qué podemos hacer para que lleguen a esa edad y, lo que es más importante, cómo mantenerles en tan avanzadas edades con una buena calidad de vida.
Es fácil comprobar que los lazos afectivos son cada vez más intensos, dejando de ser un tópico la frase "uno más de la familia" para pasar a describir la relación actual con nuestros animales; y dado que las personas vivimos cada vez más tiempo, se espera que nuestros perros lo hagan de igual forma, siendo muy bien acogidos los programas geriátricos para ellos, e incluso exigiendo del veterinario los mejores cuidados y atenciones médicas.
Pero ante la pregunta sobre ¿cuándo un perro es viejo? sucede igual que con las personas y no es fácil precisar una edad determinada. En los perros depende mucho del tamaño o características raciales. En general envejecen mucho antes las razas grandes que las pequeñas y de una forma práctica se incluyen en los programas de prevención geriátricos a los animales mayores de 7-8 años, pudiendo retrasarse en los pequeños a los 8-10 años. Con todas las reservas necesarias podemos afirmar que la longevidad de un perro de raza grande sería 11-13 años, aumentando en las razas pequeñas hasta unos 13-16 años.
Es importante entender que "la vejez no es una enfermedad", aunque sí un periodo de la vida en la que es más frecuente que se presente alguna enfermedad, como cardiopatías, enfermedad renal o hepática, tumores o trastornos endocrinos. Una patología muy frecuente está originada por el envejecimiento cerebral, al igual que sucede en las personas (Alzheimer o demencia senil) que en los perros llamamos "Síndrome de disfunción cognitiva", con síntomas muy parecidos. La pérdida de neuronas ocasiona una clara desorientación (el perro deambula por la casa, se queda en rincones, no reconoce sitios o personas), muestra trastornos en el sueño (durmiendo más por el día y moviéndose por la noche), olvida órdenes conocidas, presenta trastornos en los hábitos higiénicos (orina y/o defeca en casa sin explicación) y puede presentar miedos que antes no tenía. Es importante saber que, aunque no tenga cura, existen muchos tratamientos que pueden ayudar, tales como el enriquecimiento ambiental, juegos o determinados productos que aumenten el riego cerebral, mejoren el funcionamiento de las neuronas o incluso reduzcan los cuadros de ansiedad.
Recientemente hablamos también del "síndrome de fragilidad" de los animales mayores, como una situación previa a enfermedades más importantes, y que se caracteriza por mayor riesgo de enfermar, con pérdida de masa muscular, una menor resistencia a infecciones, deterioro de la función cardiaca, renal o hepática, fatiga, alteraciones hormonales, etc. Es importante detectarlo pronto pues muchas de las alteraciones pueden ser en cierto modo reversibles, antes de sufrir un agravamiento mayor.
El "envejecimiento saludable", a diferencia de la aparición clara de enfermedad, presenta signos como el encanecimiento del pelo, pérdida de cierto grado de visión y oído, sarro dental, osteoartritis moderada o adelgazamiento de la piel. Es por ello importante chequear a todos los perros de cierta edad, pudiendo incluir además de un examen físico completo, análisis de orina, radiografías y electrocardiogramas si fueran precisos. Debemos prestar mucha atención a síntomas como la fatiga, tos, animales que beben y orinan mucho, estreñimiento, dificultades con el movimiento y cualquier otra cosa que nosotros apreciemos, comunicándosela a nuestro veterinario, pues será de gran ayuda para el diagnóstico. En el caso de la disfunción cognitiva, el uso de determinados cuestionarios por parte del propietario son determinantes para su diagnóstico.
Las medidas preventivas a adoptar son fundamentales en un paciente geriátrico, destacando la dieta. Una reducción en la cantidad de proteína así como de fósforo y sodio, y baja en calorías, las conocidas dietas "senior", tienen efectos muy positivos. La reducción proteica ayuda al funcionamiento de hígado y riñón. El descenso de sodio beneficia al corazón, al igual que la reducción calórica. El sistema locomotor se beneficia enormemente de la pérdida de peso. Existen productos específicos como complementos nutricionales funcionales (ácidos grasos, condroprotectores, vitaminas, antioxidantes, etc.) que pueden resultar también de gran ayuda. Los animales deben disponer permanentemente de agua limpia para que beban la mayor cantidad posible. El ejercicio moderado es imprescindible y para terminar no debemos desatender las vacunaciones pues el sistema defensivo de los viejos es, al igual que en los cachorros, menos eficaz.
El tratamiento de una enfermedad ya instaurada será evidentemente el específico de la misma, que escapa del alcance de este artículo. Sí resaltaremos la precaución que hay que tener en el uso de los antiinflamatorios-analgésicos, imprescindibles ante la presencia de dolor, pero que deben ser administrados con cuidado pues presentan claros riesgos. La “calidad de vida” debería ser el punto central de nuestros cuidados y posibles tratamientos veterinarios. Es cierto que deseamos que nuestro perro viva lo más posible, pero no lo es menos que debe hacerlo en unas condiciones mínimas. Al pronosticar la evolución de un animal que padece una enfermedad determinada, preferimos hacer más hincapié en conseguir una calidad de vida, que en los meses o años que puedan restarle.
Un punto que nos parece interesante es el de la cirugía de los animales viejos. Si bien es cierto que los riesgos de la anestesia son mayores, no lo es menos que con los medios de que hoy disponemos, y con una buena valoración preanestésica, los resultados son altamente satisfactorios. En la mayoría de las clínicas se utilizan aparatos de anestesia gaseosa, con protocolos anestésicos adaptados a animales geriátricos y/o con determinadas patologías. No existe nada más gratificante que ver una perra mayor operada por ejemplo de una piómetra, restablecerse totalmente en pocos días.
A modo de conclusión nos gustaría insistir en que con un poco de esfuerzo podemos conseguir que ese otro miembro de la familia pueda seguir acompañándonos durante muchos años más. Las claves son una dieta correcta y revisiones para detectar precozmente cualquier problema; de esta forma conseguiremos no sólo prolongar su vida, sino lo que es aún más importante, mejorar su calidad de vida.
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