El hombre primitivo fue transformando su modo de vida nómada basado en la caza y en la recolección de frutos hacia un sedentarismo con inicio de rudimentarios cultivos. Al mismo tiempo, poco a poco consiguió domesticar distintas especies animales para su provecho: carne, leche, lana, huevos, pieles, etc. Pero existen dos especies, el perro y el gato que si bien han cumplido unos ciertos cometidos como son la defensa, la caza o la lucha contra roedores, desde un principio han actuado también como animales de compañía. El perro acompañaba siempre en su quehacer diario a su dueño, aunque este no fuera a cazar o a pastorear al rebaño. Excavaciones de tumbas de gran antigüedad han mostrado como los perros eran incluso enterrados con sus amos para acompañarlos en este último viaje, al igual que existen muchos felinos momificados en el antiguo Egipto.
¿POR QUÉ TENEMOS ANIMALES DE COMPAÑÍA ?
Se plantea qué es lo que hace diferente a los perros para ocupar un status familiar tan distinto a otros animales y, en definitiva, por qué hoy en día tenemos cada vez más animales de compañía aun siendo su valor económico o utilidad es casi nula. ¿Por qué tantas personas en todo el mundo desarrollan con sus mascotas unos vínculos tan estrechos y los cuidan con tanta intensidad?
Independientemente de la posible utilidad del perro, la base de la relación entre la persona y su animal es sin lugar a dudas el afecto. Algunos psiquiatras analizan esta relación descubriendo que, en muchas ocasiones, es más fácil establecer vínculos emocionales con el perro que con otras personas. El perro siempre está dispuesto a acompañarnos, nos “escucha”, nunca nos juzga, nos ofrece la lealtad más intensa, sentimos que nos necesita, ... El papel que desempeñan los perros en la sociedad actual es indiscutible, siendo reconocido incluso por las personas menos apegadas a los animales de compañía.
Otro aspecto interesante que se pone de manifiesto en la actualidad es la sensación de aislamiento y encierro que producen nuestras grandes ciudades y con ello la necesidad que se genera de mantener un contacto con la naturaleza para lo que nos rodeamos de plantas y animales en los hogares. Esta es quizá la razón por la que también encontramos una gran variedad de especies que empiezan a ser utilizadas como animales de compañía como las aves, reptiles o incluso insectos, aunque el intercambio afectivo que se produce con el gato y especialmente con el perro no es comparable en términos generales, al que se obtiene con otras especies animales.
En términos estadísticos se estiman en unos 180 millones el número de animales de compañía censados en la Unión Europea. Sólo en Francia hay cerca de 35 millones de animales censados de los cuales más de 10 millones son perros; mientras en España se estiman unos 10 millones de mascotas, 6 de perros y 4 gatos, además de aves, peces y otros animales. Uno de cada dos hogares de la Europa comunitaria posee algún animal de compañía. Un tópico muy extendido es aquel que relaciona la presencia de animales con personas solitarias. Nada más lejos de la realidad. Por ejemplo, en Francia, un 15% de las personas que viven solas poseen perros y el 30% gatos. En el caso de las familias de más de cuatro miembros, la presencia de perros asciende a un 70% y a un 35% con gatos.
TERAPIA ASISTIDA POR ANIMALES DE COMPAÑÍA
La denominada “Terapia Asistida por Animales de Compañía” (TAAC), es un término de reciente aceptación por la comunidad científica para un fenómeno conocido desde hace siglos. En este sentido existen referencias de que ya en el siglo IX las personas minusválidas eran llevadas a granjas pues se creía que el contacto con los animales mejoraba el “cuerpo y el alma”. En el siglo XVIII en Inglaterra, a los enfermos mentales se les ponía en contacto con animales para que los cuidaran pues disminuía su agresividad y practicaban un “autocontrol” con criaturas más débiles que ellos. Además de otra multitud de ejemplos que se han descrito, se considera al psiquiatra infantil B. Levinson como el principal impulsor cuando observó que un niño con el que no podía establecer contacto, interaccionaba de forma entusiasta con su perro Jingles en un encuentro casual. A partir de ahí comprobó como la presencia de su perro en las sesiones facilitaba enormemente el contacto con los pacientes más introvertidos y no comunicativos.
Otro psiquiatra americano, Michael McCulloch, publicó un interesante trabajo en el que exponía el poder terapéutico de los animales en enfermedades invalidantes, depresión, soledad, baja autoestima, agresividad, etc. Experimentos científicos demuestran que el simple hecho de acariciar un animal disminuye la presión sanguínea, la temperatura corporal y el ritmo cardiaco al producir un efecto de relajación. Desde entonces se considera que cuidar un animal produce efectos beneficiosos al tocarlo o simplemente observarlo. Nos mantiene ocupados, evita la soledad, nos da seguridad, nos estimula a realizar ejercicio y a interrelacionarnos con otras personas.
Por todo ello hoy están ampliamente reconocidas las denominadas intervenciones asistidas por animales (IAA) que suelen definirse como la “utilización de animales como método complementario en afecciones físicas o mentales (invalidez, síndrome del espectro autista, patologías cardiacas, hospitalizaciones prolongadas, etc), en alteraciones en el aprendizaje, programas de reinserción de presos, o ayuda a personas mayores al proporcionar cambios en el estado físico, social y emocional de las personas”. El contacto con los animales disminuye los sentimientos de soledad y potencia la autoestima al crear un sentimiento de ser necesitado y querido, proporcionando la satisfacción de ser útil; desarrolla la confianza en uno mismo y enseña a asumir responsabilidades al cuidar al animal a su cargo. En la relación con otras personas el animal actúa como catalizador facilitando el contacto. Disminuye la agresividad, ansiedad y el estrés, mejora los estados depresivos y de soledad, estimula a realizar ejercicio y tiene probados efectos cardiovasculares beneficiosos al disminuir la presión sanguínea.
Como únicos efectos negativos tenemos el coste de mantenimiento del animal, en general bajo, el peligro de mordeduras, arañazos, alergias o contagio de enfermedades (extremadamente improbable y fácil de evitar) y quizá el más grave sea el sentimiento de pérdida en el caso de muerte del animal. De todas formas, evidentemente la TAAC no es la panacea para todos los males y existirán personas que no se beneficiarán de ella pudiendo ser incluso contraproducente (fobias a animales o indiferencia marcada hacia los mismos).
Los animales más utilizados son los perros seguidos por los gatos. Se utilizan también animales de granja (ovejas, gallinas, caballos, etc.) e incluso está demostrado que contemplar un acuario con peces disminuye la ansiedad y reduce la presión sanguínea.
Como únicos efectos negativos tenemos el coste de mantenimiento del animal, en general bajo, el peligro de mordeduras, arañazos, alergias o contagio de enfermedades (extremadamente improbable y fácil de evitar) y quizá el más grave sea el sentimiento de pérdida en el caso de muerte del animal. De todas formas, evidentemente la TAAC no es la panacea para todos los males y existirán personas que no se beneficiarán de ella pudiendo ser incluso contraproducente (fobias a animales o indiferencia marcada hacia los mismos).
Los animales más utilizados son los perros seguidos por los gatos. Se utilizan también animales de granja (ovejas, gallinas, caballos, etc.) e incluso está demostrado que contemplar un acuario con peces disminuye la ansiedad y reduce la presión sanguínea. En algunos casos han sido utilizados otro tipo de animales desde delfines hasta animales salvajes cuya proximidad provoca fuertes estímulos emotivos.
En la actualidad las líneas de trabajo más extendidas son:
• Tratamiento de enfermos del corazón, pues se ha demostrado que la supervivencia tras un infarto de miocardio o una angina de pecho es superior en los propietarios de animales al hacer más llevadera la rutina de la convalecencia y fomentar un ejercicio moderado.
• En los niños con retraso escolar o dificultades de aprendizaje al estimular la responsabilidad, autoestima, mejora de las relaciones interpersonales, etc.
• En ancianos al protegerlos de la soledad, obligándoles a realizar más ejercicio, sintiéndose útiles y queridos, ayudándoles a superar estados depresivos, etc.
• Rehabilitación de delincuentes pues el contacto con animales reduce la violencia, mejora las relaciones internos-personal, proporciona autoestima, etc.
• Tratamiento de múltiples enfermedades mentales como el autismo, depresión, déficit cognitivo.
• Centros de desintoxicación de drogodependientes con los mismos beneficios expuestos en puntos anteriores.
La terapia asistida por animales está muy extendida en países como EE UU, Inglaterra o Francia donde cuentan con experiencia de varias décadas. En España son todavía pocas las iniciativas en este campo, quizás debidas al desconocimiento, a la falta de recursos o a la desconfianza en los resultados. Podríamos potenciarla mediante la difusión de sus beneficios y especialmente con la publicación de trabajos con los efectos científicamente demostrables de esta terapia. Especial mención merece la antigua “Fundación Purina” (hoy Fundación Affinity) que lleva muchos años dedicada a potenciar y mejorar las relaciones entre las personas y los perros y gatos de nuestro país, realizando desde las campañas anti-abandono (“El nunca lo haría, no lo abandones”), hasta programas de gran interés de IAAC.
Para terminar nuestro intento de que la convivencia con los animales de compañía sea valorada en su justa medida, traemos un breve párrafo de la que fue presidenta de Honor del Congreso de la Fundación Purina, S. M. la Reina D.ª Sofía:
“Es preciso que todos nos mentalicemos de que los animales de compañía no son sólo una fuente de salud y alegría, sino que ayudan, con su fidelidad y cariño, a equilibrar y mejorar las relaciones humanas, y muy especialmente en el medio urbano. Nuestros queridos amigos nos ayudan, en definitiva, a mejorar nuestra calidad de vida. A ser mejores.”
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