¿Por qué vacunamos a nuestros perros y gatos? 2ª parte

Las principales enfermedades infecciosas (entre paréntesis figura la sigla que suele aparecer en la vacunas) contra las que vacunamos son las siguientes:
 

Moquillo canino (M, C, D)

Enfermedad vírica de gran difusión, también llamada enfermedad de Carré (C) o en inglés “distemper” (D). Presenta tres tipos de síntomas: respiratorios, digestivos y nerviosos, que aparecen generalmente en ese orden. Si se superan las fases digestiva y/o respiratoria, suelen quedar secuelas graves de tipo nervioso como parálisis, “tics nerviosos” o “mioclonias” (contracciones musculares), ataques epilépticos, etc. Presenta una elevada mortalidad, bien directamente por la enfermedad o debido a las graves secuelas que origina,  las cuales obligan a la eutanasia. Se utilizan vacunas atenuadas, existiendo unas especiales para cachorros de corta edad. Suelen inocularse 2 ó 3 dosis a los cachorros, siendo recomendada por los laboratorios fabricantes la revacunación anual.

 

Parvovirosis (P, Pv)

 Se trata de una gastroenteritis vírica, también frecuente entre los cachorros, presenta una sintomatología fundamentalmente digestiva con vómitos y diarreas hemorrágicos. Antiguamente, cuando los adultos no estaban bien vacunados y los cachorros no recibían suficientes defensas, aparecían muertes repentinas debido a miocarditis (afección del virus al corazón). Junto con el moquillo, constituyen las dos enfermedades con mayor mortalidad en cachorros por causas infecciosas, y frente a las que más evolucionan las vacunas. Se utilizan vacunas atenuadas y existen también las “especiales para cachorros” con una mayor potencia para así inmunizarlos más temprano. Suelen utilizarse 2 ó 3 dosis (en razas de riesgo hasta 5 dosis). Los laboratorios también  recomiendan la revacunación anual.

 

Hepatitis Infecciosa (H, A2)

Enfermedad también de origen vírico (Adenovirus), que se confunde con frecuencia con el moquillo, si bien es mucho menos grave y no produce secuelas nerviosas. Síntomas respiratorios y digestivos, siendo muy típica la opacidad corneal (“ojo azul”). Este adenovirus es también responsable de un síndrome que veremos después, llamado “tos de las perreras”. En la actualidad es poco frecuente debido a la eficacia de las vacunas, usándose generalmente 2 dosis en combinación con el moquillo.

 

Leptospirosis (L)

Producida por las bacterias “Leptospira canicola y L. Icterohaemorragiae”, está considerada como una zoonosis o enfermedad de los animales transmisibles al hombre. Produce fiebre, decaimiento, hemorragias y trastornos renales, aunque no es frecuente entre nuestros perros. En su prevención se usan “bacterinas” o vacunas muertas a partir de cultivos bacterianos, siendo necesario en zonas de riesgo revacunar semestralmente. Forma parte de la habitual “vacuna trivalente”, junto con el moquillo y la hepatitis.

 

Parainfluenza (Pi)

Produce una traqueobronquitis infecciosa, también llamada “tos de las perreras” por su gran contagio en colectividades de perros, de forma similar a como sucede con la gripe humana. Producida por el virus Parainfluenza, con la colaboración de un Adenovirus (parecido al de la hepatitis) y bacterias como la Bordetella bronchiseptica. La sintomatología es de una gravedad menor que las otras enfermedades pero con una muy elevada incidencia, y una tos muy molesta y persistente, lo que justifica su prevención con vacunas atenuadas con el virus de la Parainfluenza, que evitan la enfermedad o cuando menos reducen la sintomatología en el caso de padecerla. Normalmente se vacuna acompañando a otras enfermedades (vacunas multivalentes), aunque la eficacia contrastada la aportan las vacunas específicas vía intranasal (no se pinchan, sino que se depositan en la nariz).

 

Coronavirus (Cv)

Virus gastroentérico con sintomatología mucho menor a la producida por el Parvovirus, con una incidencia real en nuestro entorno desconocida al no disponer de medios de diagnóstico fiables. Vacunación muy controvertida.

 

Rabia (R)

Es la enfermedad vírica de mayor repercusión mundial, por su implicación en la salud humana. Ha sido tratada ampliamente en artículos anteriores junto con la identificación, al ser la única vacunación obligatoria, en función de las distintas Comunidades Autónomas. Aunque su incidencia en nuestro entorno es nula, no debemos bajar la guardia pues está presente en Ceuta y/o Melilla, y sigue produciendo la muerte de miles de personas todos los años en amplias zonas del tercer mundo.

 

 

Y en el caso de los gatos:

 

Leucemia felina (Felv)  e Inmunodeficiencia felina (Fiv) 

Producidas por 2 tipos de Retrovirus de características similares a las del VIH (SIDA humano), hasta el punto de que el virus felino se utilizó en el estudio del virus humano; aunque no existe ningún riesgo de contagio entre personas y gatos. Producen ambas una inmunosupresión y por ello, la posibilidad de padecer distintas enfermedades infecciosas o cancerosas. Existen múltiples vacunas frente a “leucemia felina” (aunque no frente al virus de la “inmunodeficiencia”), con una elevada eficacia, siempre con 2 dosis iniciales.

 

Panleucopenia felina (P)

Similar a la Parvovirosis canina, con la que comparte el mismo tipo de síntomas, fundamentalmente digestivos. Produce una gran bajada de los glóbulos blancos (panleucopenia). Buen control en la actualidad gracias a las eficaces vacunas, formando parte de la “trivalente felina”.

 

Herpesvirosis o Rinotraqueitis infecciosa felina (R)

Originada por un Herpesvirus, forma parte de un amplio grupo de enfermedades respiratorias felinas de las vías superiores. Los gatos afectados presentan gran secreción nasal con graves conjuntivitis. Con frecuencia deja secuelas como lesiones en los ojos o alteraciones en el epitelio traqueal. Junto con el Calicivirus y la panleucopenia, completa la vacuna “trivalente felina”, de la que se aconseja inocular 2 primeras dosis, seguidas de revacunación anual.

 

Calicivirus felino (C)

También responsable de problemas respiratorios en los gatos. Suele ser menos grave que la anterior, pero sin embargo en ocasiones se cronifica, originando úlceras en la boca y paladar (estomatitis). Estas secuelas en la boca de los gatos afectados siguen provocando serias molestias muchos años después.

 

Peritonitis infecciosa felina (Pif)

Se trata de la mutación de un virus felino intestinal, un Coronavirus, que adquiere con ello un gran potencial patógeno. Produce fiebre, abatimiento y gran adelgazamiento (lo que llamamos presentación de una forma seca) o presencia de ascitis (líquido en el abdomen, en la forma húmeda). Incidencia en nuestro entorno aún escasa, con gran dificultad en su diagnóstico, si bien existe una vacuna de cierta eficacia.

 

 

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