¿De dónde viene ese mal olor de tu perro?

Lejos de parecer una trivialidad, existen malos olores producidos por nuestros perros que, especialmente si viven con nosotros en un piso, pueden resultar muy molestos. Vamos a explicar el origen de algunos de estos y la forma en que podríamos intentar evitarlos. En principio es importante resaltar que todos los perros tienen un cierto olor corporal que evidentemente es normal y que se manifiesta especialmente al mojarse el pelo (el llamado “olor a perro mojado”). La humedad favorece que sean percibidos mejor todos los olores y por ello lo notamos más. Podríamos decir que, aunque sea una perogrullada, el que “un perro huela a perro”, es algo relativamente normal.

 

La limpieza periódica de los animales contribuye lógicamente a evitar el olor, aunque el baño demasiado frecuente es causa habitual de trastornos cutáneos y con ello de malos olores. Como orientación y en función de la raza, se deberían bañar entre mensual y trimestralmente. El cepillado diario elimina la suciedad que se adhiere al pelo durante el paseo y elimina pelo muerto y la descamación cutánea, contribuyendo en gran manera a la higiene del perro.

 

Las principales fuentes de malos olores son la “halitosis” (mal olor de boca) debida generalmente a la presencia de sarro, las flatulencias, acompañando generalmente a malas digestiones, las seborreas cutáneas o dermatitis, alteraciones de los sacos anales y algún tipo de infección (oídos, heridas, etc.). 

 

HALITOSIS

 

Ocasionada generalmente por la presencia de sarro en los dientes. El mal olor de la boca se debe a la descomposición de los restos de alimentos a cargo de las bacterias de la placa bacteriana. El sarro consiste en un depósito mineral sobre la placa dental que recubre la superficie dental y que irrita las encías provocando gingivitis e infecciones. Estos problemas son más frecuentes en determinadas razas, generalmente miniaturas como Caniche o Yorkshire terrier, y especialmente en animales de edad más avanzada. La limpieza periódica de los dientes debería ser una práctica habitual por parte de los propietarios, debiendo ser acostumbrados desde cachorros para así poder realizarla con normalidad. Además, es necesaria la visita al veterinario para poner tratamiento a estas patologías, bien sea con una limpieza de sarro o con tratamientos antibióticos específicos. En animales viejos las infecciones bucales son responsables de patologías en otros órganos como por ejemplo los riñones o las válvulas cardiacas.

 

FLATULENCIAS

 

La flatulencia es la formación excesiva de gases en el tracto digestivo, denominándose eructo a su eliminación desde el estómago por la boca y flato cuando el gas es expulsado por el ano. La emisión excesiva de flatos es un problema crónico frecuente en los perros, siendo en ocasiones motivo de consulta. En la mayoría de los casos los animales se encuentran perfectamente, pero en otros se detectan signos gastrointestinales como pérdida de peso, diarrea, mal aspecto del pelaje, etc. debiendo en este caso investigarse la enfermedad digestiva. La mayor parte del gas en el tracto digestivo procede de la deglución y de la formación por fermentaciones bacterianas. La aerofagia (ingestión de aire) es frecuente en razas braquicéfalas (chatas), de trabajo o deporte y en general, en animales ansiosos que comen rapidez. Las dietas muy variadas, con especias o condimentos y con determinados componentes son factores de mayor producción de gases intestinales. La mayor proporción de gas digestivo es inodoro (nitrógeno, CO2 o metano), aunque el exceso de fibra no digestible en la dieta o componentes que no sean bien digeridos favorecen las fermentaciones bacterianas con formación de gases odoríferos (amoniaco, indol o escatol). El control de los animales con flatulencia excesiva se basa en varios aspectos; la dieta debe ser muy digestible, evitando el exceso de fibra, se deben eliminar componentes flatulentos (como la soja), buscando la dieta que mejor tolere cada animal y evitando variaciones. La ración se divide en pequeñas tomas administradas con mayor frecuencia y se administra la comida en un lugar tranquilo, sin competencia con otros animales.

 

PROBLEMAS DERMATOLÓGICOS

 

Existen muchas alteraciones dermatológicas que pueden ser causa de mal olor, desde la simple falta de higiene hasta las seborreas. Las dermatitis producidas por infecciones bacterianas (piodermas) pueden provocar malos olores, las alteraciones en el recambio de la piel con producción excesiva de grasa y/o caspa se denominan “seborreas” y son causa frecuente de un típico olor como a rancio muy característico. Cualquiera de estos procesos debe ser tratado con el correspondiente antibiótico o tratamientos tópicos.

 

AFECCIONES DE LOS SACOS ANALES

 

Los sacos anales, como su nombre indica, están situadas a ambos lados del ano y tienen una misión de marcado odorífero, y de identificación del individuo; podríamos decir que es su "tarjeta de visita". Al frotar el perro esta región con algún objeto lo impregna con su olor. Ante situaciones de estrés (peleas entre perros, atropellos, accidentes, miedo intenso) el perro libera el contenido de estas glándulas apareciendo de repente un espantoso olor. Cuando hay algún problema, es frecuente que el perro arrastre la parte posterior o intente lamerse. Además, en ocasiones pueden producirse obstrucciones del conducto de vaciado de la glándula, infecciones de esta, fístulas, etc. que requieren tratamiento médico. En perros con una producción elevada de contenido en los sacos, puede ser necesario el vaciado mecánico periódico, además de instaurar una dieta con mayor contenido en fibra.

 

INFECCIONES EN DISTINTAS LOCALIZACIONES

 

La infección bacteriana externa en la piel o con salida al exterior como en fístulas supurativas, produce un olor muy fuerte y extremadamente desagradable. Las otitis bacterianas son fuente de malos olores, al igual que puede suceder con supuraciones vaginales en infecciones uterinas por ejemplo. En algunos casos los propietarios acuden a nosotros porque han detectado un mal olor en su animal y entonces encontramos una herida antigua infectada, una otitis u otra infección que al propietario había pasado desapercibida.

 

 

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