¿ES ÉTICO EL GASTO EN NUESTROS ANIMALES DE COMPAÑÍA? 
Artículo de opinión Junio 2008

Dentro de nuestra sociedad en profundo cambio, existen personas “bienpensantes” que realizan una crítica más o menos abierta, al mundo animal y a lo que los propietarios gastan en sus animales de compañía. Vaya por delante que, en buena lógica, no tendría ningún sentido ni siquiera planteárselo, pero he decidido traerlo a estas páginas para aportar algunos datos esclarecedores.

 

No hace mucho pude escuchar en un ”pseudo-programa informativo” en televisión, afirmar a un notable periodista que, y cito textualmente, “con lo que se gasta en alimentar a las mascotas, se podría solucionar el hambre en una parte del continente africano”. Un religioso, con una cierta inocencia, comentaba lo que se gastaban sus feligresas en sus animales, mientras en el mismo barrio existía pobreza. Por poner otro ejemplo de hace un cierto tiempo, la propietaria de un perro, ante la necesidad de intervenir quirúrgicamente a su perro por una grave patología digestiva, plantea, “¿cómo voy a gastar ese dinero en un perro, con la cantidad de niños que pasan hambre en el mundo?”. Acto seguido y tras decidir la eutanasia de su perro, regresa en un moderno coche de lujo a su residencia en una afamada urbanización de lujo de Madrid. Estos ejemplos, poco frecuentes por fortuna, demuestran una evidente demagogia y utilización fraudulenta de la información; mezclar el cuidado de los animales, con el hambre en el tercer mundo, sólo puede responder a una absoluta estrechez de miras.

 

Continuando con los datos estadísticos “macroeconómicos”, podemos indicar que por ejemplo, el consumo de los norteamericanos en chicles o el gasto de los europeos en helados, supera con creces la cifra que se necesitaría para cubrir las necesidades urgentes de todo África. Siguiendo con más frivolidades, el consumo en España en cosméticos supera el consumo en alimentos para perros, y el gasto en perfumes lo triplica. Si pasamos a otro ejemplo, como podrían ser los automóviles, los “todoterrenos”, a pesar de su coste relativamente más elevado, alcanzan una cuota de más de un 20% del total de ventas; ¿tanta “gente de campo” hay en nuestro país o se trata de un capricho un tanto caro?. Los automóviles de lujo son comprados cada vez con mayor frecuencia, y así por ejemplo, se venden en España en un mes, más de 1500 vehículos deportivos de lujo (> de 50.000 €)

 

Además de estar plenamente justificado aquello que cada uno decida gastar en su mascota, es importante recordar los beneficios sociales del contacto con los animales de compañía sobre las personas, al reducir el estrés, ayudar a combatir la soledad, reforzar la autoestima en niños o ancianos y un largo etcétera, por no mencionar la utilidad de los perros de ayuda a discapacitados o los utilizados en “terapia asistida con animales de compañía”. Una sociedad moderna se caracteriza por el respeto y la valoración de los animales de compañía, aceptándolos en todos los sentidos

 

¿Alguien considera lógico plantearnos que, si en vez de coches de alto lujo, se compraran de gama media, se solucionaría todo el hambre del tercer mundo?, ¿o que si se redujera en un tercio el consumo de perfumes, solucionaríamos el hambre de medio África?, ¿o que si se dejaran de consumir chicles también solucionaríamos gran parte del problema?, ¿o que........?, tantos “o ques” como queramos. ¿Por qué entonces sólo parece frívolo el gasto en animales de compañía? No creo necesario resaltar que tanto el gasto en vehículos de lujo como en chicles o perfumes, me parece perfectamente asumible dentro de nuestros hábitos sociales y de consumo.

 

Aquellas personas con una sensibilidad hacia los animales, ¿vuelven la espalda a las necesidades de otras personas, como habitualmente se afirma?; creo que en absoluto, y salvo raras excepciones, estas personas demuestran además una preocupación, y por ello un compromiso social, superior a la media. Tal vez suceda como en el caso de la violencia, pero por supuesto en sentido contrario, ya que existen estudios serios que demuestran que quien maltrata a los animales, es mucho más probable que en el futuro maltrate también a las personas; y así, quien siente más compasión por un animal herido, es casi seguro que se mostrará más afectado ante la desgracia de un semejante.

 

Sin lugar a dudas, otra situación distinta es cuando he podido hablar con algún conocido que dedica su esfuerzo en el trabajo a beneficio de los menos favorecidos, en el denominado “tercer mundo”, y critica el consumismo en todos los aspectos de nuestra vida, incluido el cuidado de nuestros animales. No quedará entonces más remedio que darle una gran parte de razón, fruto de su perspectiva realista y de su sacrificio en todos los aspectos, tanto materiales como espirituales.

 

El problema de la desigualdad de nuestro mundo tiene una importancia y trascendencia que, sólo su planteamiento, ya supera con creces el alcance de este artículo. Las soluciones pasarían por una mayor solidaridad de todos los países y de todos los ciudadanos, solucionando los problemas internos de las naciones desfavorecidas (guerras, desigualdad social, gobiernos corruptos, intereses de terceros, etc.) y evitando las demagogias tanto por inútiles, como por injustas.

 

Tras estas reflexiones en voz alta (o escrita), les dejamos que respondan a la pregunta del título, ¿es ético el gasto que realizamos en nuestras mascotas?; ofrecemos varias opciones:

 

  1. Sí, me parece apropiado el gasto en los animales de compañías
  2. Por supuesto que sí, en virtud de los beneficios que nos aportan
  3. Claro que sí, qué duda cabe.

 

Suya es la respuesta.

 

 

                                                                       MANUEL LÁZARO RUBIO

                                                           CLÍNICA VETERINARIAMIRASIERRA

 

 

 

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